lunes, 21 de febrero de 2011

TUS CUENTOS: Joe el Tuerto

JOE, EL TUERTO
Joe, el Tuerto, era el pirata más temido en todos los mares del mundo. Sus abordajes eran los más salvajes y sangrientos. Atacaba sin compasión tanto barcos cargados de oro y joyas como los que llevaban víveres y provisiones o los que transportaban pasajeros haciéndolos prisioneros y raptando a las mujeres.

Joe era el pirata más cruel y malvado jamás conocido. Todos le llamaban por su apodo, el Tuerto. Había perdido un ojo y nunca lo llevaba tapado con un parche como otros piratas. A él le gustaba enseñar su ojo vacío para tener un aspecto más atroz y dar más miedo. Robusto como un árbol, tenía un vozarrón que atronaba, una nariz como el garfio de su brazo derecho, una gran barba de color negro igual que su cabello largo y desgreñado, dos cicatrices que le cruzaban la frente y le daban una apariencia más despiadada aún y un tatuaje en el brazo izquierdo del Infierno, su barco, izando la bandera negra. Aficionado al ron como cualquier pirata que se precie o cualquier simple marinero de agua salada, cojeaba porque tenía una pata de palo en su pierna izquierda que engrasaba todas las mañanas antes de ordenar a su tripulación surcar los mares para asaltar el primer barco que se cruzaran y apoderarse del botín.

Un día, atracando en el muelle, Rata, primer oficial de cubierta y su hombre de mayor confianza, barrigón, con unos dientes grandes y afilados y unos ojos vivarachos; recibió el chivatazo de que un galeón español zarpaba desde la costa andaluza y se dirigía a la isla de Guadalupe con un gran cargamento de monedas de oro y plata. Joe, el Tuerto, empezó a vociferar y dar órdenes: -“Todos a sus puestos, suelten amarras, icen velas, a babor, a estribor, todo a proa, rumbo norte,…”

Al quinto día de travesía, divisaron el galeón e izaron la bandera negra con la calavera dispuestos al abordaje. ¡Pobres españoles! Cuando se dieron cuenta y vieron al Infierno, supieron el ataque sin piedad al que por desgracia se enfrentarían. Aunque lucharon como valientes no tuvieron nada que hacer contra el terrible Joe, el Tuerto, y su temible tripulación. Los que se libraron de la matanza, quedaron prisioneros en la sucia y maloliente bodega, con tan solo un mendrugo de pan duro y agua turbia, hasta su liberación por la que pedirían una gran suma de dinero.

En otra ocasión, fueron los italianos los desafortunados y en otra los franceses, los portugueses, etc.

Un abordaje tras otro y botín tras botín fue como Joe, el Tuerto, fue ganándose su famosa reputación de malvado pirata que conservó toda su vida porque cuando su cabello y su barba blanquearon por la edad siguió siendo tan despiadado y cruel como siempre.


Autor: 606


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